El corazón del héroe

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©Herestia Photography


Dicen que una riada ha arrasado Deltabros hasta los cimientos. Cuentan que las tormentas en el Mesogeis son cada vez más violentas y destructivas. Corren rumores de enfermedad, sequía y hambre desde la Marca hasta Áquiros. Los tambores de la guerra resuenan de uno a otro confín de Helárissos. Tantas catástrofes, ¿acaso son las primeras señales del Katarkiós, el cataclismo supremo? Así lo temen Erban y sus amigos.

Tras sobrevivir a una sangrienta batalla y a un encuentro aún más aterrador, los cuatro compañeros atraviesan a la desesperada las estepas de Moi’xian, rumbo a las altas montañas de las Bereskair donde habitan los afamados caballeros alberaníes. Allí esperan resolver la última pista de la Profecía, conscientes de que se agotan las esperanzas de restaurar el agonizante Cognós. Enfrentados al mayor de los desafíos, deberán adentrarse en abismos olvidados y desentrañar misterios ancestrales para salvar a Helárissos de la destrucción total.

Reseña del autor

Y por fin, con “El corazón del héroe”, culmina la saga de Helárissos. Una pentalogía que nació allá por 2005 con un mapa, un par de nombres y algunas ideas sueltas sobre un mundo de fantasía inspirado no en los típicos ambientes medievales, sino en el Mediterráneo antiguo y el mundo grecorromano.

Echando la vista atrás desde este año 2023, me doy cuenta de que han pasado casi dieciocho años.

Dieciocho años… cuesta creerlo.

No es de extrañar que me haya encariñado tanto con estos personajes y este mundo. Son parte de mí y despedirse ahora de ellos, quizás para siempre, me provoca una mezcla de satisfacción y melancolía. Por suerte, siempre que me sienta nostálgico podré abrir un libro, comenzar a leer y visitar de nuevo Helárissos. Pero la experiencia de escribir esta historia, de vivirla y darle vueltas en mi cabeza durante tantos años, es irrepetible y ya sólo será un recuerdo. No puedo más que darle las gracias a Erban y compañía por todo lo que me han dado, y espero que sepan perdonarme por todos los años que los tuve abandonados antes de retomar su historia durante el largo encierro de 2020.

Adiós, amigos míos. Ojalá volvamos a encontrarnos bajo un olivo en las calles de Queitaris.